El 17 de enero de 1923 en el aeródromo de Getafe, el invento de Juan de la Cierva, surcó el cielo. El autogiro modelo C.4., pilotado por su gran amigo el teniente Alejandro Gómez Spencer, voló una distancia de 183 m. Once años antes, el inventor, junto a José Barcala y Pablo Díaz, ya había contribuido en la historia de la aviación construyendo un pequeño planeador de fabricación artesanal, designado como BCD-1, que fue el primer aparato español en volar durante un periodo de tiempo apreciable.
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