La tortuosa historia de los cereales de desayuno empieza con Sylvester Graham (1794-1851). Graham, pastor presbiteriano, estaba en contra, entre otras cosas, del pan blanco, las camas de pluma, la carne de cerdo, el tabaco, la sal, las especias, los corsés y las poluciones nocturnas. Hizo de su vida una cruzada contra la masturbación, como tantos otros antes, pero desde un enfoque novedoso: la salud. Según él, comer carne impulsaba los deseos sexuales. La masturbación era para Graham responsable casi de cualquier dolencia y enfermedad.
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