Desde que el pasado mes de marzo la compañía Ryanair suspendiese sus vuelos desde la región, las críticas le habían llovido a Iberia, al entender muchos pasajeros que los precios eran prohibitivos. De hecho, se llegó a pagar, el pasado abril, la friolera de 726 euros por un pasaje a Barcelona con ida y regreso en el día, operado por Vueling, filial de Iberia. La compañía, a través de su director nacional de ventas, Víctor Moneo, negó que los precios de Iberia fuesen caros y los consideró ajustados a la demanda.
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