Si hay algo que une a una sociedad es, sin duda, la primera risa. Todos han conocido a ese héroe de la carcajada que vuela, de viñeta en viñeta, sobre el papel con capa de tinta. Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936) podía ser un familiar lejano que volvía de viaje para regalar novedades traídas desde ultramar. Discos, libros, tebeos... enseñaban ventanas y paisajes, Rompetechos y malajes, Mortadelos y un Botones Sacarino. Cuando los americanos plantaron la bandera en la Luna, Mortadelo y Filemón ya estaban ahí.
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