Nunca un inicio de partido escondió una mentira tan grande. Richard Gasquet rompió el saque de Ferrer en el juego inicial. Parecía que el francés comparecía dispuesto a dar batalla. A fin de cuentas, él también se jugaba el pase a semifinales. En definitiva, era un partido entre el número 6 del mundo y el número 8. Debía ser duro, igualado. Nada de eso. Fue un juego de niños. Ferrer hizo de hermano mayor.
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