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Como parte del tejido social, jueces, abogados o fiscales no están exentos de los prejuicios y valores patriarcales que sostienen la violencia machista. Ni siquiera la brutalidad del caso Pélicot ha sido suficiente para frenar estas usuales humillaciones y cuestionamientos sobre una mujer como Gisèle, a la que su exmarido drogó de forma sistemática y durante casi diez años para luego ofrecerla a otros hombres y grabar cómo la violaban.
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etiquetas: violencia sexual , caso pélicot , humillación , dolor