Cuando los tiempos económicos son buenos, las máquinas son alabadas como maravillas del progreso y la prosperidad que mejorarán nuestras vidas. Pero se convierten en objetos de terror cuando los tiempos empeoran. La crisis de empleo de los últimos cuatro años fue provocada por una crisis financiera y exacerbada por los responsables políticos que no supieron hacer lo suficiente para estimular la economía y para asegurar que hubiera suficiente demanda de bienes y servicios. Pero últimamente, un nuevo argumento está calando: ¡Son las máquinas!
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