La plantación del aguacate está creciendo sin parar desde hace 15 años en Málaga y Granada, espoleado por los altos precios que se pagan por el producto. Sin embargo, la sustitución de cultivos de secano —viñas, olivos y almendros— por esta planta tropical que requiere mucha agua tiene consecuencias: estrés hídrico, proliferación de pozos ilegales, peor gestión de las sequías y suelos degradados.
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