Aurelia Brouwers recibió una llamada el 31 de diciembre de 2017. Al otro lado de la línea estaba un trabajador de la federación holandesa de médicos KNMG. “Era un domingo, pero no les importó. Me comunicaron que habían aprobado definitivamente mi solicitud de suicidio asistido y me preguntaron si quería programarlo ya. Les dije que sí y me lo pusieron para el 26 de enero. Fue la mejor noticia que he escuchado en los últimos años. Por fin me voy a morir”, dice con una gran sonrisa.
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