La rápida intervención de un celador que les oprimió el torso, cogiéndolos por la espalda hasta que expulsaron el objeto extraño, evitó que pasaran a mejor vida antes de tiempo. “Al principio pensamos que se habían tragado la dentadura, pero luego pudimos ver que lo que tenían atascado en la garganta era una promesa electoral que, ciertamente, parecía indigerible”.
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