Todos los automovilistas hemos constatado los márgenes, a veces sorprendentemente amplios, entre los consumos que declara la ficha de homologación de nuestro vehículo y los que constatamos personalmente cuando acudimos a repostar. No hace falta echar mano de la calculadora para dividir los litros de nuestro depósito entre los kilómetros realizados y darnos cuenta de que esos ciclos urbano/carretera/mixto de la ficha técnica difieren bastante con nuestro consumo real. ¡Y siempre para más!
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