Ged Galvin, de 55 años, ahora presiona un control remoto para abrir sus entrañas e ir al baño. Estuvo a punto de morir en un accidente de coche en el que sufrió enormes heridas internas. Tuvo que ser equipado con una bolsa de colostomía hasta que los cirujanos en el Royal London Hospital pudieron reconstruirle el esfínter con un músculo de la pierna enrollado y un sistema de electrodos a control remoto para activar los nervios. "Es como un teléfono móvil un poco gordito" dice. "Lo enciendes y apagas como el mando de la tele"
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