Cuando Derek Paravicini nació, cabía en la palma de una mano. Su llegada al mundo se adelantó tres meses y medio y la terapia con oxígeno que fue necesaria para salvar su vida le dejó ciego para siempre y afectó al desarrollo de su cerebro. Hoy, 34 años después, Paravicini vive con autismo severo, tiene dificultades para contar más allá de 10, pero es un virtuoso pianista y, asombrosamente, toca de memoria decenas de miles de canciones, ya que obviamente no puede leer partituras. Y las toca en cualquier estilo o tono.
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