Napoleón y Hitler tenían cosas en común. Amaban el arte y se apropiaron de la misma presa, La adoración del cordero místico, una obra que ha sido botín de guerra tres veces, rapiñada, troceada y falsificada. Desde que en 1432 el pintor Jan van Eyck finalizara uno de sus cuadros maestros, el retablo de la catedral de Gante ha experimentado en sus seis siglos de existencia diversos cambios de manos.
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