Soy un golfo, al igual que lo fue mi padre y mi abuelo. Somos tres generaciones (incluso puede que más) de hombres a los que sin remedio nos pierden las faldas (…). Pero permitidme que os cuente mi historia, para que quizás sirva de ejemplo para otros como yo y de cómo he aprendido a odiar los productos de Apple y a desconfiar de la tecnología de tal manera que roza en ocasiones la paranoia. No les deseo ningún mal al Jobs ese, pero espero que su empresa quiebre con todo lo mal que lo he pasado por su culpa.
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