Imagino que todos tenemos un juego concreto, un momento de nuestras vidas, en el que de pequeños tomamos realmente consciencia de lo que es un videojuego y lo mucho que nos gusta esa experiencia. Para mí, pese a que nací con una Atari bajo el brazo, ese momento pertenece a El Rey León de Sega Megadrive.
Hasta entonces habían pasado no pocos juegos por mis manos, pero el cariño que tengo a la historia de Simba en versión pixelada es difícilmente superable por cualquier otro juego. No deja de resultar curioso teniendo en cuenta que es un juego..
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