Las grandes navegaciones en la antigüedad, desde los periplos griegos y fenicios, las campañas romanas o incluso los viajes egipcios, por la carencia de cartográficos marítimos y la brújula, hicieron que se circunscribieran a la navegación costera; este tipo de transporte no entrañaba dificultad gastronómica ya que, ante la posibilidad de comer alimentos frescos y poder cocinar en tierra se aseguraba la frescura de la comida, sólo una pequeña despensa para casos de emergencia era la obligada para una cocina puramente marinera.
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