La vivienda en España es, sobre el papel, un derecho. En la práctica, sin embargo, funciona casi siempre como un elemento de inversión, especulación y segregación. En un país donde tres de cada cuatro hogares son propietarios, la compra de una casa es el objetivo aspiracional de la mayoría de jóvenes y un rasgo definitorio de la clase media. Y sin embargo, la posibilidad de acceder a una hipoteca ha abierto una brecha entre generaciones y clases que amenaza con volar por los aires el contrato social y partir la sociedad española en dos mitades.
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