Hoy, día de conmemoración del holocausto judío, Ron Folman rememora cuando hace 8 años se tatuó en el brazo el número de prisionero de Auschwitz de su padre. Los judíos que llegaban al campo nazi durante la Segunda Guerra Mundial eran tatuados con hierro caliente, como ganado. Físico, Folman dice tener una "fuerte necesidad de pruebas duras". "Más allá de los sentimientos alrededor del holocausto y las charlas con mi padre, necesitaba lo fáctico. El número en el brazo era lo único fáctico que nos había quedado del holocausto".
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