Los autobuses en la comunidad valenciana, gobernada por la mayoría absoluta del PP, exhiben anuncios de explotación sexual: clubs de alterne, casas de citas, teléfonos eróticos y toda la vomitiva parafernalia del llamado “sexo de pago”. Con anterioridad, bajo la excusa de que “ofende sentimientos”, había sido prohibida la publicidad librepensadora y atea, impulsada por el científico Richard Dawkins.
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