El pediatra Antonio Cepillo era el capitán optimista. También era flautista, zar, brujo, regidor, deshollinador, aviador y tritón. Todos ellos, personajes en los que este médico albaceteño se metía para recetar a sus pacientes la mejor de las medicinas: la risa. Sus espectadores y compañeros de reparto en los musicales eran niños, pequeños hospitalizados en la planta de Oncohematología Pediátrica del Hospital General de Albacete.
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