Un empleado de la agencia de calificación de crédito Standard & Poor’s en Nueva York comenta a un compañero suyo que la operación en la que están trabajando «es ridícula». El compañero le responde que, efectivamente, el modelo de ráting que están usando para calificarla «no captura la mitad del riesgo». Ante las dudas del primero sobre si deberían emitir un ráting o no, el segundo le saca de dudas: «Calificamos todas la emisiones [...] Podría estar estructurada por vacas y todavía la calificaríamos».
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