Ajena totalmente a los nubarrones que se cernían sobre el centro a mi entrada, las sorpresas no tardaron en llegar una tras otra, meses después. Hasta que culminaron con mi renuncia a la beca a finales de diciembre ante el director del CIPF y Recursos Humanos, harta de la situación de olvido y desprecio en la que estábamos los investigadores predoctorales del CIPF. ¿Las razones de mi marcha? Muchas, pero las más ilustrativas son las que mencionaré a continuación:
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