He estado comiendo dos bolsas de patatas fritas a la barbacoa al día durante dos años, y poco más durante la última década. Mi carrito de la compra parece como si tuviera una fiesta infantil. La idea de comer cualquier otra cosa es repelente, no me gusta estar llena e hinchada. Lógicamente, sé que mi dieta no es saludable, pero no tengo ánimos de cambiar.
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