Era finales de 2011 cuando aquel Fiat Grande Punto entró en el garaje de casa. Entonces tenía 19 años, llevaba unos meses con el carné de conducir y aquel pequeño me parecía el mejor lugar del mundo. Si no llega a ser por el frío, podría haberme quedado a dormir dentro aquella noche. Hace solo unos meses que lo vendí. Muy entrado 2023 dije adiós a aquel pequeño que tantas alegrías nos había dado a la familia pero también a mi pareja y amigos. Y, no lo voy a esconder, también unos cuantos disgustos.
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