He decidido salir del armario: soy valenciana. No lo digo con especial orgullo. De hecho empieza a formar parte de mis antecedentes sociales. Es curioso, porque antes decía “soy de Valencia” y se me colgaban de la chepa un coro de exclamaciones: “¡Qué bonita está Valencia!”, “¡cómo ha cambiado!”. Nunca lo negué del todo por no parecer desarraigada. Pero nunca lo entendí del todo. Ahora...
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