La historia de Carlos no tiene desperdicio. En 1977, con tan sólo 16 años, ingresó por primera vez en la cárcel tras robar el bolso a una chica a la que llevó a un descampado. Desde entonces ha permanecido en prisión, en distintas etapas, durante veinte años, nunca por delitos de sangre. “Es demasiado tiempo”, concluye. Toda una vida. Allí conoció las drogas, lo que le condujo a cometer nuevos delitos.
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