Eduardo López-Palop, el juez de Madrid que se ocupa en exclusiva de que los maltratadores de mujeres cumplan sus condenas, se está planteando pedir el traslado a otro juzgado. Las estanterías del órgano que dirige, el Penal 2 de Madrid, acumulan casi 7.000 sentencias de violencia de género pendientes de ejecución. "Estoy sentado sobre un polvorín y fumando", ironiza el magistrado a EL PAÍS. Los expedientes no están parados, pero requieren la máxima atención. No hay tiempo ni manos. El juez confiesa que no da abasto.
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