Para ponerse en órbita alrededor de la Tierra hay que dar vueltas alrededor del planeta a una velocidad que te permita caer hacia el suelo al mismo ritmo al que el horizonte se curva por debajo de ti, de manera que nunca te llegues a acercar a la superficie. Por ejemplo, a 400 km de altura, la Estación Espacial Internacional (ISS) tiene que moverse a unos 7 kilómetros por segundo (km/s) para mantenerse en órbita.
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