Un nuevo fósil descubierto en Nuevo México podría explicar uno de los mayores misterios de la evolución: el caparazón de la tortuga. Los fragmentos de un hueso de 210 millones de antigüedad sugieren que al principio las tortugas no poseían caparazón lo que sugiere que durante millones de años, las filas de placas de protección gradualmente se fueron uniendo a las vértebras del reptil y con el tiempo surgió el caparazón. De acuerdo a Walter Joyce las tortugas en un comienzo eran parecidas a los armadillos [Noticia en inglés]
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