El hombre prehistórico ya empleaba el fuego de forma corriente tanto para cocinar como para calentarse hace 300.000 años. La evidencia de esta práctica, propia de los humanos modernos, ha sido hallada en Israel, en la cueva de Qesem, por un grupo de expertos de la Universidad de Tel Aviv y del Instituto Weizmann, un descubrimiento publicado en el número de enero de la revista Journal of Archaeological Science. Se trata de la prueba más antigua que se conoce de este avance en el desarrollo de la especie.
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