El buen olfato de Homer lo llevó hasta él. Roberto y su pitbull paseaban la tarde del miércoles por el abrupto paraje entre el Jerte y el ferial municipal. De pronto, Homer aventó algún imperceptible olor para la pituitaria humana y se dirigió hacia un borde del sendero. Bajó el morro y volvió a olisquear con fijeza, una y otra vez.
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