El experto advierte que la historia sienta un peligroso precedente: de llegar, una segunda ola siempre ha sido más grave que la primera. "Las pandemias víricas suelen tener una primera onda que prepara el terreno, se distribuye, produce una mortandad [en este caso, Erkoreka estima que ha muerto una persona por cada mil], y luego desaparece o se oculta hasta que vuelve de forma muchísimo más fuerte". Lo ocurrido entre 1918 y 1919 fue "exactamente igual, incluso en tasas y distribución del territorio" al recorrido de COVID-19 en España.
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