“¿A dónde voy a ir a vivir yo con mi edad después de pasar toda una vida aquí?”. Magdalena M., una vecina octogenaria de Ciutadella (Menorca), desconoce que su casa está en venta. Reside desde hace más de 41 años en una de las nueve propiedades que el fallecido empresario menorquín Juan Ignacio Balada dejó en herencia a su muerte a los Príncipes de Asturias y los ocho nietos de los Reyes. “Que yo sepa esta casa no se vende. Nadie me ha dicho nada, pero yo no me iré de aquí” En cambio, la decisión de los Príncipes parece irrevocable
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