Carmen lleva 34 años colocando cada día su banqueta y su cesto con ramos de flores frente a la iglesia de San Francisco de Borja en Madrid. Hace un par de semanas lo volvió a hacer, pero aquel día volvió a casa emocionada: había estrechado la mano al Príncipe. “Yo estaba cruzada de brazos en la puerta y cuando salió le dije: -Buenas noches, mi excelencia”, cuenta Carmen ilusionada. “Me quedé mirándole y le dije:- Dios te bendiga Príncipe, qué guapo eres. Él se echó a reír conmigo”. Relacionadas:
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