Porque seamos claros: las ciudades se están volviendo hostiles para sus habitantes al mismo tiempo que se adaptan a los gustos de los visitantes. En muchas ciudades, como León, es más fácil comprar una copia del reloj de la catedral que unas bragas de señora. Y no hablemos ya de una máquina de coser o un escritorio para estudiar...
|
etiquetas: habitantes , visuitantes , ciudad , batalla , privatización