J.B. vive en Madrid, tiene 19 años y se define como empresario. Es, sin duda, un empresario atípico: no sabe cómo se llama su empresa ("eso lo lleva mi equipo jurídico y legal, yo me dedico al área de marketing"), no sabe cuántos socios tiene ("uno o dos por proyecto, pero no son socios accionistas"), no quiere decir cómo se llaman sus tiendas ("por temas de privacidad, no quiero que se sepa") y tampoco sabe cuánto factura cada uno de sus negocios, que son principalmente la formación y el comercio electrónico.
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