Quería moralizar el funcionamiento de la UE y lo pagó con su trabajo y su matrimonio. El 30/07/2002 Strack tomó la fatal decisión de informar a la Oficina Europea de la Lucha contra el Fraude de ciertas irregularidades: sus superiores de la Oficina de publicaciones en Luxemburgo se encontraban en el origen de una anomalía que estimaba en al menos 4 millones €. La OLAF se ocupó del asunto sin mucho interés. Informe final: las alegaciones no eran suficientes para justificar medidas disciplinarias. Y Strack estaba en el punto de mira de sus jefes
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