Hay mañanas en las que el único culpable de la resaca es uno mismo. Cinco cervezas seguidas por varios copazos no perdonan a nadie. Pero cuando uno sale de forma más tranquila, bebe apenas una copa y se levanta con una resaca del copón, ¿hay algo más? Probablemente sea un caso más del fantasma del garrafón al que tan frecuentemente se achacan los dolores de cabeza del día después. Relacionada
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