Cuando el consumo colaborativo irrumpió en nuestras vidas hace aproximadamente un lustro, no es de extrañar que justo antes de la crisis financiera global, parecía un fenómeno inocente, una nueva tendencia henchida de buenismo, pero con poco recorrido. El tiempo ha demostrado lo contrario, sobre todo en dos sectores económicos clásicos: el alojamiento y el transporte, que están sufriendo en todo el mundo el auge de plataformas como Airbnb o Blablacar, paradigmas de este nuevo modelo de negocio.
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