Cuando estalló la guerra, España mantenía 150,000 fuerzas terrestres regulares y ochenta mil milicias locales en Cuba. Una fuerza impresionante sobre el papel, en realidad estaba mal entrenada y suministrada y más como una fuerza de guarnición para proteger a los terratenientes de los insurgentes. No era un ejército capaz de pelear una guerra convencional. España mantuvo escuadrones navales débiles tanto en Cuba como en Filipinas, pero la distancia le impidió reforzarlos en ningún sentido significativo.
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