A las obras de arte les pueden sentar como una patada en el culo los flashes de los turistas japoneses. Por eso no me importaba separarme de mi cámara de fotos al entrar al museo. Y también por eso me he quedado boquiabierto al ver posar a la señora que da nombre al museo delante del “Guernica” de Picasso y del “Muchacha en la ventana” de Dalí y frente a una ráfaga de flashes que hasta al vendedor de cupones más cegato habría deslumbrado.
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