La guardia civil irrumpe de madrugada en una vivienda en un barrio humilde buscando a un presunto delincuente. Tras tres horas de registro, numerosos desperfectos y apuntar con sus armas a los habitantes, entre ellos un menor, descubren el error y se marchan sin disculparse. Ahora, ni la benemérita ni el juzgado que aprobó la operación se hacen cargo de los desperfectos.
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