El problema reside no en lo que se cuenta, sino en cómo se cuenta: la sociedad polarizada –y más conservadora en lo expresivo– penaliza los grises y exige que a los malos se les retrate de forma inequívoca como tales. ¿Acaso un espectador no está preparado para distinguir al malo –por simplificar–, aunque sea el protagonista? En realidad, es el argumento básico de muchas de las ficciones modernas: malos no tan malos, buenos no tan buenos, y situar al espectador en la encrucijada moral de simpatizar con el antagonista.
|
etiquetas: opinión , criterio , buenos , malos , grises