Para empezar, si Griñán hubiera estado al tanto del saqueo, su responsabilidad sería penal. Precisamente porque no se enteró es por lo que tiene que dimitir. El sistema fraudulento funcionó durante 10 años. Dos consejeros de Trabajo lo permitieron y el de Hacienda, que era él, no vigiló adecuadamente el destino de una partida que llegó a denominarse «fondo de reptiles».
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