Millones de personas dicen tener una relación personal con un tal Jesús. Cada individuo, sin embargo, parece tener un Jesús diferente en su imaginación (que es donde Él vive). Uno que comparte todos sus valores y prejuicios particulares. Por ejemplo, si no te gustan los gays, seguro que a tu Jesús tampoco. Ese es el milagro de Jesús: que cada uno puede crearlo a su imagen y semejanza. Yo también, aunque soy ateo, tengo mi Jesús personal: uno que desprecia el cristianismo como el mayor timo jamás perpetrado. Monólogo de Pat Condell en inglés.
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