Nos remontamos hasta el año 2000, cuando los votantes de Colorado dijeron sí a la enmienda que legalizó el consumo de marihuana con fines medicinales. Al calor de la norma empezaron a surgir los dispensarios, algo así como farmacias donde el medicamento estrella es el cannabis y los clientes son más bien pacientes. En un primer momento operaron prácticamente sin control de las autoridades sanitarias, pero pronto el Departamento de Salud Pública decidió tomar cartas en el asunto y limitó a cinco el número de pacientes por establecimiento.
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