¿Y si lo que tenemos los europeos en común, precisamente, son nuestros prejuicios? ¿Y si nos une la afición a reírnos del vecino? ¿Y si es sólo a través de los chistes cuando reconocemos nuestras debilidades y fortalezas? El segundo volumen del “Altas de los prejuicios”, del diseñador búlgaro Yanko Tsvetkov, ya está causando furor por su alto (e incorrecto) contenido mordaz.
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