Aunque sea bastante lógico, no deja de resultarme curioso cómo abunda la gente altanera, áspera y suficiente entre los mediocres. En cambio, quienes realmente podrían permitirse el lujo de ir por la vida con la nariz un poco más levantada que los demás, a menudo son amables, sencillos y cordiales. Este es el caso del doctor Konstantin Novoselov, que con 36 años ya puede incluir en su curriculum el Premio Nobel de Física 2010.
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