Desde aquí quería darle las gracias a mi vecina del piso de arriba. Un día sí, y el otro también, me despierta a las seis de la mañana con sus golpes y arrastrando el mobiliario, algo sorprendente, ya que ha estado hasta casi la madrugada haciendo exactamente lo mismo. Me pregunto cuándo duerme. Gracias por ese respeto hacia los demás. Gracias a ella duermo con tapones y tomo pastillas para intentar dormir desde hace años. Con personas así da gusto convivir.
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